Carla Rogel: “Es verdad que yo echo de menos compartir la vida con alguien, pero como mujer, no como madre”

Carla Rogel Madre sola

Hemos aprendido que el embarazo y la maternidad deben cumplir una serie de parámetros imprescindibles para que sean posibles.

Por fortuna y con el paso del tiempo, muchas mujeres han desmontado las creencias que tienen sobre ser madre para poder maternar de una forma más libre y como parte de un proceso individual.

Somos conscientes de que podemos adueñarnos de ser mamá y ser imperfectas en ese proceso.

Pero en especial, que la decisión está atada a nosotras y a nadie más. Que está bien no querer ser mamá, así como está bien querer serlo bajo nuestras propias condiciones.

Eso aprendemos en cada episodio de “Madre sola”, el pódcast de la española Carla Rogel, quien a sus 45 años, decidió ser mamá monomaternal a través de la ovodonación.

En esta entrevista, Carla nos comparte su historia, las nuevas perspectivas que se ha permitido explorar y la aventura de ser “Madre sola”.

 


 

Carla, ¿qué partes de tu historia te llevan a querer ser “madre sola”?

 

Bueno, pues esto es el resultado de un proceso psicológico que básicamente se caracteriza por la ruptura de barreras mentales.

A lo largo de mi vida empecé teniendo el convencimiento de que en algún momento tendría una pareja con la que compartiría un proyecto de vida. Desde tener una casa, hasta, por supuesto, tener hijos.

Yo vengo de una familia en la que mis papás, por ejemplo, están a punto de cumplir los 50 años de casados. Entonces yo daba por hecho que eso sería lo mismo que me pasaría, pero no sucedió.

Así lo digo en el pódcast: los hombres de mi vida, que solo han sido dos, no han querido tener hijos conmigo.

Entonces yo he tenido que hacer frente a un duelo, en el que todo lo que yo esperaba conseguir, no lo conseguí. Después de superar ese duelo tuve que reponerme yo, como mujer, y disociar la maternidad de la pareja. Afrontar la maternidad yo sola.

 

¿Cómo ha sido el proceso de hacer las paces con el duelo que se priduce por no tener una pareja para formar una familia? 

 

Yo nunca he hecho las paces con ese duelo. Para mí fue una experiencia tan frustrante y tan decepcionante, que lo que he hecho ha sido superarla para que no me bloqueara a la hora de alcanzar mi objetivo de la maternidad, pero no he perdonado a la vida no haberlo conseguido como a mí me habría gustado.

Porque además lo que yo he visto en mi casa desde siempre es que los hijos no son parte de la relación de pareja, sino que son la demostración más grande posible del amor de una pareja.

Entonces yo he tenido que convencerme de que esos eran convencionalismos que no suceden a todo el mundo y que a mí eso no me podía frenar a la hora de ser madre. Así ha sido.

Lo que yo me he propuesto en todo este proceso es hacerlo con ilusión y no con resignación. Pero es una lucha diaria.

 

En esa lucha diaria, ¿qué creencias sobre las relaciones de pareja tuviste que derrumbar?

 

Pues a mí la que más me ha costado ha sido emprender esta aventura de ser madre yo sola y no poder compartir cada pequeño detalle doméstico con una persona, con la que compartiría a mi hija, en este caso.

Esa ha sido una barrera muy importante, pero era una barrera mucho más complicada en mi mente, porque yo pensaba, “no voy a tener con quién compartir la felicidad de la primera sonrisa de mi hija”, y sin embargo, cuando mi hija sonrió por primera vez, yo no eché de menos a nadie.

De hecho, la maternidad tal y como yo la experimento y como yo la siento, es solitaria en el mejor sentido de la palabra. Es decir, todas las alegrías son para mí.

 

Aprendimos que tenemos que hacer muchas cosas “acompañadas” para que tengan sentido.

¿Cuál es la sensación para ti de cambiar algo tan tradicionalmente compartido como la maternidad y convertirlo en una experiencia individual?

 

Para mí, yo he formado una relación con mi hija tan especial y tan estrecha, que cualquier otra persona que estuviese en la intimidad de nuestra casa estorbaría, porque no ha estado desde el principio.

De hecho a mí me pregunta mucha gente si me planteo volver a tener pareja y es una cosa en la que no pienso, porque ahora mismo me parecería un estorbo. Hasta ese punto llego.

Es verdad que yo echo de menos compartir la vida con alguien, pero lo echo de menos como mujer, no como madre.

Como madre, yo me esfuerzo mucho en atender a mi hija para que parezca que no falta nada y, de hecho, en nuestra familia, no falta nada, no falta nadie.

Es verdad que muchas veces tenemos la sensación de que hacer las cosas solas es una experiencia menos satisfactoria, pero en mi caso, yo de verdad no puedo estar más feliz.

 

Me imagino que, como tu hija no está creciendo en el núcleo familiar tradicional que nos enseñaron, para ella es totalmente natural que sean ella y tú nada más.

 

Claro, claro, mi hija ahora mismo es muy pequeña, tiene solo siete meses y medio. Todavía no se hace preguntas, pero se las hará.

Yo tengo el firme convencimiento de que voy a contarle las cosas con total normalidad y con total naturalidad, porque para nosotras nuestra familia es normal, y luego hay otras familias diferentes, que cada uno escoge.

Afortunadamente, ya cada uno puede vivir como quiera, pero en nuestro caso no necesitamos explicarnos mucho más allá.

 

Hablas de “disociar la pareja de la maternidad”, ¿podrías explicarnos un poco cómo es eso?

 

Bueno, tengo 45 años.

Tengo la sensación de que he tenido que hacer un ejercicio muy complicado, porque he tenido que afrontar el duelo del que hablábamos antes, porque yo toda mi vida pensé que esto sería diferente, que yo tendría hijos con una pareja.

Sin embargo, tengo la sensación de que las nuevas generaciones, o los de treinta, ya no entienden ese vínculo como algo absolutamente necesario: los hijos como consecuencia de una relación.

 

Entonces, ¿en qué se transforma la maternidad? Es decir, para ti, por ejemplo, ¿cuál es el propósito ahora o cómo la redefiniste?

 

Yo nunca me había planteado la maternidad como algo libre, sino como algo compartido.

Al experimentar la maternidad como algo independiente, yo sola, me doy cuenta de que soy mucho más libre. Porque además, en mi caso, como tengo una hija en un momento de madurez, tengo muy claras las cosas que quiero con la niña y cómo quiero que sea nuestra relación.

Entonces para mí es maravilloso pensar que no tengo que negociar con nadie, cómo se va a llamar la niña, a qué colegio va a ir, cuál va a ser la información que le voy a dar sobre sus orígenes o sobre su desarrollo.

No me podría ahora mismo imaginar que tengo que llegar a acuerdos con otra persona sobre temas tan importantes como la educación de mi hija.

 


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¿Qué debería considerar una mujer para redefinir su maternidad, para saber si quiere ser madre porque quiere y no porque es lo que siente que le corresponde?

 

Yo creo que esa es una cosa que no se puede preguntar.

Si te lo preguntas, probablemente no lo quieras tanto como es necesario para hacerlo real. O sea, el instinto de ser mamá es muy primitivo. Es un deseo que está o no está.

Sí es cierto que ahora mismo tenemos una serie de facilidades para afrontar este proceso, sobre todo si elegimos hacerlo en solitario.

Por ejemplo, la congelación de óvulos. Eso sí que puede ser una respuesta a una duda. Es decir, al cumplir 30 o 40 es muy raro que una mujer que no tiene hijos, no se pregunte si quiere tenerlos.

Entonces en ese sentido, tú te lo puedes preguntar y decidir, “bueno, a lo mejor no estoy convencida de que este sea el momento o no sé si alguna vez voy a querer tener hijos. Puedo recurrir a la congelación para cederle la decisión a mi yo del futuro”.

Creo que o se tiene el deseo o no se tiene.

 

¿Cómo fue tu relación con el proceso de congelación de óvulos y el concebir el embarazo sola?

 

Bueno, a nivel de embarazo yo tuve uno físicamente muy fácil, pero psicológicamente muy delicado.

Porque toda esta reflexión que yo te digo, de afrontar la maternidad sola con ilusión y no resignación, es especialmente difícil de hacer en el embarazo, porque tú sigues enfrentándote a ir a todas las citas del médico sola.

Yo fui a la transferencia sola y tengo gente afortunadamente que me habría acompañado encantada: mi madre, mis hermanas, amigas.

Pero yo quise hacer el proceso sola como parte de la concienciación de que estaba sola como madre. Y lo que pasa es que, bueno, te sientes especialmente vulnerable en el embarazo y todo es como delicado.

Se te pasan muchas cosas por la cabeza, tienes muchos temores, que luego se esfuman cuando tienes a la niña en tus brazos. Entonces ese temor se convierte en una valentía absoluta que te hace tirar hacia adelante, movida por el amor y por la fusión con la niña, claro.

 

Todo esto lo hemos hablado a través de tu viaje interno, pero a nivel externo, ¿cómo has sentido el acompañamiento de las personas que te rodean?

 

En mi familia la noticia fue recibida con muchísima felicidad porque mi hija es primera hija, primera sobrina y primera nieta. Entonces, bueno, eso fue excepcional; claro, fue una noticia espectacular.

Mis padres se sintieron muy sorprendidos, no se lo esperaban y muchas de mis amigas tampoco, porque yo estoy siendo madre mayor, sola y tampoco he tenido un deseo desmedido de ser madre a lo largo de toda mi vida.

Fue un deseo que me vino relativamente tarde y he notado en general mucho apoyo por parte de la gente.

Lo que probablemente más me ha sorprendido, porque yo ya sabía que los más allegados me iban a apoyar, pero me ha sorprendido mucho la admiración y el apoyo de la gente que tiene menos relación conmigo.

Es una relación menos estrecha, pero yo me siento igualmente muy apoyada.

 

¿Qué hay de las mujeres a las que les nace este deseo de ser mamá, pero siguen arraigadas a la idea de que necesitan a otra persona para tener un hijo?

 

Pues, yo les diría que hay que hacer un ejercicio para visualizar que eso realmente no es así.

Que si tú lo deseas y lo consigues, es fenomenal; de hecho, en mi caso a mí me habría gustado muchísimo hacer las cosas de esa manera. Pero si tú lo deseas y no lo consigues, eso no te cierra puertas para alcanzar otros objetivos.

El otro día vi en un discurso de una actriz, que ahora no recuerdo su nombre, es la que hace de Margaret Thatcher en The Crown, y decía: “Sigue tus sueños, no a tus novios” -risas-.

 

Hasta ahora, ¿cuáles han sido tus mayores aprendizajes en el proceso de ser madre sola?

 

Primero, he comprobado que todo el camino que yo he vivido ha valido mucho.

Yo siempre digo que he pasado un océano, porque yo estuve inscrita tres años en un proceso de adopción internacional que tuve que descartar.

Congelé mis óvulos y al descongelarlos, se murieron, por eso tuve que pasar de nuevo a la donación.

O sea, esto que se explica en dos segundos fueron años.

Después de haber estado a punto de ahogarme varias veces, he llegado a la otra orilla yo sola.

No tenía ni barca ni compañeros; y eso significa que yo soy mucho más poderosa y más fuerte de lo que yo misma podía imaginar.

Todo esto son temas tan personales que cada uno tiene que recorrer su propio viaje.

Yo siento que, en mi caso, es un viaje iniciático porque estás poniéndote a prueba todo el rato, pero el resultado vale mucho la pena.

 


En su pódcast “Madre sola”, Carla te acompañará con cada una de las vivencias y reflexiones detrás de su proceso de ser una mamá monomarental.

¡Escucha los episodios haciendo clic aquí!  

Carla Rogel Madre sola
Imagen del pódcast “Madre sola”, que puedes escuchar en las principales plataformas.

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