¿Qué te impide ser feliz?… Seguramente, tú

Para muchas mujeres la gran pregunta de sus vidas es: ¿Por qué no puedo ser feliz? Y la respuesta a esa pregunta les resulta completamente evasiva.

Muchas solemos atribuirle nuestra infelicidad a elementos externos: la situación laboral, la situación económica del país, la incapacidad de otros para querernos, gente que nos pone obstáculos y un largo etcétera.

 

¿Pero y si la culpa de tu infelicidad la tienes tú?

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En mi vida, me he encontrado muchas veces a un paso de tener todo lo que he pensado que me haría feliz: un trabajo estable, una pareja, planes… Y en esos momentos he sentido un profundo vértigo, que ha venido seguido de la atemorizante pregunta “¿Qué va a salir mal ahora?”.

¿Por qué algo tendría que salir mal?, ¿Por qué somos incapaces de aceptar que lo bueno es simplemente bueno y nos lo merecemos?, ¿Por qué necesitamos el drama y la frustración en nuestra vida? ¿Por qué no disfrutar el presente así como está?

Este ha sido un ejemplo propio (uno de tantos). Pero la verdad es que he visto a muchas amigas en situaciones similares, o incluso peores, y todas las veces se me ha venido a la cabeza que la causa de sus desdichas son ellas mismas.

Para ilustrar sin entrar en detalle, hay dos casos que me vienen a la cabeza

El primero es el de una chica maravillosa, inteligente, competente y con todo a su favor para sentirse súper segura de sí misma. Sin embargo, se auto-amarró a una relación tóxica e infeliz con un tipo que ni la valoraba, ni la trataba bien, ni la respetaba. Estuvo así cinco años.

El segundo caso es el de una amiga que parecía tenerlo todo para estar no solo tranquila, sino feliz, pero sin motivo alguno decidió aferrarse a un trabajo en el que estaba sub pagada y frustrada. Todas las veces que lo hemos hablado me dice que lo va a dejar, que está buscando otro trabajo. Ha pasado más de un año y no ha ido ni a una entrevista.

¿Por qué, Dios? ¿POR QUÉ?

La explicación (o el intento de)…

En este punto ya creo que he logrado transmitir la desesperación que me causa ver a personas fabulosas en situaciones de frustración autoimpuesta.

Así que decidí intentar buscar una respuesta al porqué nos saboteamos, y hablé con el psicólogo venezolano Juan Carlos Carreño, para que él me diera algunos motivos por los que desarrollamos esa insoportable incapacidad de ser felices.

Lo primero que tuve que preguntar fue lo evidente: “¿De verdad existe el miedo a la felicidad?”, a lo que Juan Carlos me contestó que sí. “Podría decirse que existe el ‘miedo a no conseguir la felicidad’, aun teniendo todo lo que consideramos necesario para obtenerla”.

Para decirlo en perfecto español castizo de España, nos ACOJONA ser felices.

Tememos que, ante la oportunidad de alcanzar lo que queremos, no seamos lo suficientemente valientes o adecuados para merecerlo. Un ejemplo es cuando aplicamos a un trabajo y no recibimos respuesta, muchos no se atreven a llamar por miedo a sentirse rechazados o a tener que enfrentarse a sus propias carencias. Lo mismo pasa en las relaciones sociales, amorosas e incluso con uno mismo.

Sin embargo, eso no es lo más inquietante. Lo que causa verdadera preocupación es que los que nos saboteamos, no solemos ser conscientes de que lo hacemos.

Según Juan Carlos Carreño, los “saboteadores crónicos” (un nombre que me acabo de inventar), racionalizan excusas para justificar su infelicidad: “no era el momento por…”, “es mejor así”, “no estaba en mis manos”, “era inevitable que esto fracasara”.

 

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 ¿Tenemos salvación?

Por fortuna, para nosotros los acojonados, existe una forma de parar el sabotaje y aceptar que los caminos hacia la felicidad son muchos, incluso muy diferentes a lo que imaginamos en nuestra mente.

Entre las cosas que me comentó Juan Carlos, me dijo que una posible raíz del miedo a tener lo que merecemos es la disconformidad: la incapacidad de ver que si el plan no sale exactamente como lo habíamos demarcado, aún puede desembocar en el resultado que anhelábamos. Una especie de perfeccionismo inflexible.

Por eso, el primer paso hacia el cambio de actitud es aceptar que de poco sirven los planes que nos trazamos en la cabeza. En la realidad, si somos más flexibles, podremos aprovechar las oportunidades que se nos presentan y al hacerlo, naturalmente nos quitaremos de en medio y podremos ver cómo nuestra percepción cambia y nos sentimos más felices.

En palabras del mismo Juan Carlos: “La felicidad no consiste en tener todo lo que se quiere, sino en querer todo lo que se tiene”.

Foto: Unsplash.

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