De cómo creí conocer al amor de mi vida en Tinder

tinder

Hoy, Carolina (@soycarolinaarango) se sincera con nosotras en esta historia de amor, dolor y Tinder. Si alguna vez sentiste que encontraste al hombre perfecto y luego este salió con una sorpresita, te sentirás identificada. Ríete, reflexiona y llora junto a nosotras con esta historia.


Podría decir que soy una víctima de Tinder, sin embargo, Tinder, Bumble o Inner Circle, entre muchas otras aplicaciones, son solo eso, aplicaciones que sirven como medio para conectar personas. Son las personas quienes actuamos e interactuamos en ellas.

En el 2020 y en medio de la pandemia, por la difícil situación me mudé a Bogotá para estar cerca de mi familia y buscar nuevas oportunidades.

Bogotá me recibió bonito con el calor de la familia y nuevos aires. Instalada en la ciudad, sin amigos y conociendo a pocas personas, decidí abrir un perfil en Tinder.

Así hice match con tres hombres. El primero, un amor, pero no hubo química; otro descartado desde el primer minuto y el otro con sus fotos ya me había conquistado…

Tenía dos fotos: una donde salía como todo un gerente, súper bien vestido, una cara tierna y una pequeña sonrisa que me hablaba de nobleza; y en la otra foto con una sonrisa gigante que desde que la vi dije: “quiero esa sonrisa en mi vida”. Además, tenía puesta su chaqueta de motociclistas que me encantó.

Yo amo las motos y siempre he querido tener una gigante, así que pensé: además de gustarme físicamente, me encanta su entorno, es el perfil de hombre que me gusta. 

Claro está, todo esto solamente viendo sus fotos.

¡Hicimos match!

Empezamos a conversar. Él me escribía muy tarde en las noches y yo respondía durante el día. Así empezaron a ser nuestras conversaciones.

Me preguntó qué buscaba en la app y fui clara en decirle que quería conversaciones serias, que no me interesaban noches de sexo y ya, que en principio quería conocer gente porque estaba recién llegada a la ciudad y que si encontraba a alguien especial, me parecía genial, a lo que él respondió que también estaba por algo parecido.

Hablamos de lo que es común: ¿cuánto llevas en la aplicación? ¿Cómo te ha parecido? ¿Ya has salido con personas de Tinder? Me dijo que llevaba poco, no recuerdo si me confirmó que ya había conocido a alguna persona y lo que sí recuerdo muy bien fue su frase: “puedes preguntarme lo que quieras, no tengo nada que esconder”.

Dejamos de hablar por Tinder y empezamos a hablar por WhatsApp, me hablaba poco durante el día y me escribía por las noches, así que lo apodé “El búho”.

Empezamos a hablar más y me comenzó a interesar más, no había podido verme con él porque yo tenía mucho trabajo, un día terminé de trabajar tarde y me dijo: “Yo te recojo, vienes a mi casa y te relajas” y le respondí: “es tarde y quiero descansar, pero además ni te conozco… No voy a ir a tu casa”.

Recuerdo que esa noche me envió una foto suya acostado en su cama, diciéndome que ahí me podía sentir más relajada, pero insistí que no.

En ese momento me pareció raro y sentí que solo buscaba tener sexo, pero estoy convencida de que soy yo la que tengo el poder y manejo las situaciones, así que no accedí.

Concretamos entonces que nos conoceríamos el fin de semana, me preguntó a dónde ir si estábamos en pandemia y le propuse un parque, algo al aire libre o que me invitara a montar en moto.

Quedamos de vernos el domingo en la tarde, pero un poco antes de nuestra cita me escribió: “oye, es que no voy a poder demorarme tanto, porque mi hijo tiene una tarea y necesita mi ayuda. ¿Quieres que pase un momento, nos conocemos y cuadramos otra salida o nos vemos después?

Finalmente definimos que pasaba por donde yo estaba para conocernos… Llegó en su carro, efectivamente un tipo súper querido, conversamos delicioso, teníamos muchas cosas en común y la química desde el principio fue evidente; duramos casi dos horas estuvimos hablando en su carro hasta que se fue a ayudar a su hijo.

Por la noche hablamos, ambos nos confirmamos que nos habíamos gustado, al otro día temprano, previo a ir a su trabajo, pasó por mi casa y desde ese momento no nos volvimos a separar.

Comenzó el romance

Quería estar todo el tiempo conmigo, nos veíamos por la mañana y por la tarde, nos empezamos a conocer y a disfrutar mucho estando juntos.

Le pedí que fuera sincero conmigo (yo había salido de una relación con un hombre casado que me había dolido mucho, de la que ya me había perdonado, venía sanando y decidiendo nunca más ponerme en segundo lugar, faltarle a mis principios y valores y tampoco hacer algo que pudiera hacerle daño a otra persona, menos a una mujer).

Le pregunté si estaba con alguien más, me dijo que había estado con alguien pero que no había funcionado por falta de tiempo. Yo le creí, yo quería creerle, yo estaba abierta para volver a amar y lo que estaba conociendo de él me gustaba mucho.

Llevábamos alrededor de un mes, y yo seguía viendo que él se quedaba conectado en WhatsApp hasta muy tarde, lo cual me parecía muy extraño…

Un viernes me llamó y me dijo que iba a casa de su papá y nunca volvió a llamar, al otro día me llamó temprano y me dijo que se había quedado dormido, y ahí sentí que no me decía la verdad (no le creí, pero no quería dejar salir a la loca de la casa, o esa, mi mente imaginaria).

Ese día yo tenía un almuerzo con mi familia, era la celebración de cumpleaños de mis padres y él me dijo que quería ir, que estaba feliz de estar conmigo y acompañarme.

Así que ese día conoció a mi familia y eso decía cosas muy buenas de él. Pasaban los días y yo le seguía diciendo “El Búho”, porque veía que seguía conectándose hasta tarde.

Le preguntaba y me respondía que no dormía o que lo hacía muy mal, e incluso, tomaba unas pastillas que no tenía recetadas, pero que se las recomendaba su mamá y le ayudaban…

A mí me empezó a parecer muy extraño, me decía que iba a estar con sus hijos y yo sentía que no era cierto, -siempre he tenido un sexto sentido que va más allá-, por eso, me doy cuenta de cosas que a veces ni se cómo las supe, siento información, siento a veces hasta situaciones que les pasan a otros.

Entonces cuando empecé a sentir que no era sincero, me ponía extraña y él notaba que yo presentía algo, así que inmediatamente llegaba a mi apartamento supuestamente después de estar con sus hijos a darme un beso, a llevarme algo como limpiando su culpa y demostrándome que yo era lo más importante para él.

Yo había pausado mi cuenta de Tinder y en esa incertidumbre un día entré y me di cuenta de que él me había quitado el match, y eso me hizo pensar que lo quitó para que yo no me diera cuenta si estaba usando su cuenta.

¡Efectivamente así era!

Lo vieron mis amigas y me di cuenta desde otro perfil desde el que hablé con él.

¡Me dolió mucho!

Precisamente ese fin de semana íbamos para la finca de su hermana a conocer a su familia. Yo sentía que estábamos súper bien, me había enamorado, pero ante esto decidí terminar las cosas.

Lo enfrenté y le dije lo que sabía y me respondió que eran pendejadas de hombre, que él estaba feliz conmigo, que no tenía nada con nadie más, que por favor le diera una oportunidad, ¡no lo hice!

En el momento, ese fin de semana me fui de paseo con mi familia y estaba muy triste; no podía creer que todo lo que estábamos viviendo tan lindo se acabara.

El fin de semana me buscó, me pidió que lo perdonara, que estaba muy arrepentido. Hablamos, me juró que no pasaría más, que él de verdad quería estar conmigo; me propuso ir por mí a la finca donde estaba para irnos a la finca con su familia que estaba cerca.

¡Accedí! Pensé que de pronto él llevaba mucho tiempo solo y estaba confundido.


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Me presentó a su familia

Conocí a su familia y nuestra relación empezó a ser más cercana, compartíamos todo el tiempo, su familia, la mía, sus hijos; ¡me presentó como su pareja ante sus hijos que después de su divorcio no lo había hecho antes! La pasábamos delicioso, hicimos varios paseos en moto, me trataba como a una princesa, se preocupaba por todo lo mío, era muy pendiente de mis cosas, pero…

Yo lo seguía viendo conectado hasta tarde y la excusa siempre era la misma: “es que yo no soy capaz de dormir”.

Hicimos un viaje en moto espectacular, yo me sentía la mujer más feliz del mundo, ¡viviendo un sueño!

A él lo veía como el hombre más enamorado, compartir con él su estilo de vida me parecía mágico.

Ese día montamos en moto unas siete horas, llegamos al hotel y él estaba cansado, no tuvimos sexo, lo cual para mí fue normal.

Antes habíamos salido a comer, él sabía que yo soy creadora de contenido, yo no había publicado nada con él, pero ese día por primera vez, publiqué parte del paseo, la rodada y lo mostré en historias de Instagram, pero no lo etiqueté.

En la comida me pidió que no lo etiquetara en nada. En ese momento lo vi normal porque él no usaba sus redes sociales.

¡Nos levantamos al otro día y yo tenía muchas ganas de estar con él, pero él no me tocaba, y a mí eso me pareció rarísimo!

Finalmente intentó hacerme un masaje y no pudo estar conmigo. Le pregunté qué le pasaba y me respondió que no sabía, que nada. Así se quedó el tema.

Me dijo que debía regresar a Bogotá al mediodía, porque sus hijos le habían pedido estar con él desde temprano. Yo sabía cómo era la dinámica, él a sus hijos los recogía generalmente en la noche, podría parecerme extraño, pero habíamos pasado tan rico, que para mí era imposible que se tratara de una mentira.

Volvimos. Yo me fui con mi familia, él con sus hijos…

Esa semana volví a sentir que me decía mentiras. El fin de semana estuvimos juntos y tampoco tuvimos intimidad. Pero él venía contándome unas cosas personales que me hicieron asumir que estaba triste, estresado y desmotivado…

En algún momento le pregunté por qué no era como al principio y me dijo que yo ya era el amor, que él era diferente cuando solo eran aventuras, que ya era diferente. Algo así como que si es pareja oficial, pues ya cambia la forma de desear.

¡Lo dejé pasar!

Planeamos un viaje con toda su familia, era un viaje a mi tierra natal, para mí ¡un sueño!

Viajábamos el viernes.

Me dijo que debía hacer una vuelta y de ahí iría a casa de su papá. Yo, por mi parte, estaba trabajando y debía hacer unos envíos a nivel nacional. En el sitio de envíos se bloqueó el sistema de pagos y debía hacer esos envíos urgentes sí o sí. Así que empecé a marcarle a su celular a ver si podía ayudarme, pero nunca contestó.

Lo llamé varias veces y nunca contestó. Dos o tres horas después, me llamó por cámara desde la casa de su papá.

  • ¿Dónde estabas? -le pregunté.
  • Acá donde mi papá, amor- contestó.

Yo supe que no era cierto y él se dio cuenta de que no podía sostener la mentira.

Al día siguiente madrugó en mi casa para decirme que era cierto, que había estado con una amiga con la que él había tenido algo pero que ya no, y que simplemente se vieron porque ella le debía una plata. Que le había hablado de mí y que ella sabía que él estaba feliz conmigo.

¡Yo tenía mi cabeza revuelta!

Muy enamorada, pero con mucha incertidumbre, ya no sabía si creer, ya no entendía qué parte era mi mujer insegura que a veces salía o si en realidad esto estaba mal.

Pensaba en todo lo que teníamos, estábamos viviendo, el viaje planeado, ¡y no podía creerlo!

Él me juraba que no quería decirme mentiras, que todo era verdad y me dio la clave de su celular para que yo comprobara que él no tenía nada que esconder.

Ese día, además, me mostró el chat que había tenido con la persona con la que se había visto. Ella le reclamaba por no estar con ella y por todo lo que tenía conmigo en tan poco tiempo.

Así que ante eso decidí seguir adelante, con mucho temor, sabiendo que efectivamente no había sinceridad del todo pero que dijera que me daba la clave del celular y ver que efectivamente la otra persona tenía claro que él quería estar conmigo, me dio una FALSA seguridad. 

Nos fuimos de viaje, viajamos por carretera con su mamá y sus dos hijos; en el viaje le entraron varias llamadas al celular que contestó en alta voz y entró una llamada de una mujer, un nombre del que yo ya había oído, visto o presentido algo alguna vez.

No me causaba buena espina, era la comercial de su empresa y preciso a ella no quiso contestarle. Negó la llamada.

Me quedé con esa espina en mi corazón, sabía que algo no cuadraba. Llegamos al hotel y pasamos el primer día delicioso. Su hija que era súper reacia a estar conmigo, ese día me abrazó y no se quería separar de mí.

Yo no podía de la felicidad, realmente quería que ellos me quisieran, yo quería hacer todo para que él fuera feliz, y él era un excelente papá enamorado de sus hijos.

Fuimos a un bar y él tomó mucho aguardiente, llegamos al hotel e inmediatamente empezó a roncar.

Yo seguía con la espina en mi corazón y no fui capaz de contenerme, así que cogí su celular, lo revisé y él estaba tan dormido, que no se dio cuenta de nada.

Tenía conversaciones, fotos y videos de mujeres desnudas, masturbándose para él, de todas las mujeres con las que compartía en Tinder y también fotos y videos de la comercial de su empresa a la que no quiso contestarle en el carro.


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¡Entendí por qué se quedaba conectado en el Whatsapp hasta tarde!

También entendí por qué yo sentía lo que sentía cuando él ponía excusas. Había además, una conversación con una mujer, en la que él le decía que tenía que verla, que por favor se encontraran, que si ella no lo extrañaba, que a él si le hacía falta. Esa conversación había sido un mes atrás mientras él había estado incapacitado y yo cuidaba de él.

Obviamente él también era material fotográfico de los celulares de ellas.

¡Me enloquecí! Me temblaba todo, me dolía el corazón, lo estaba odiando, sentía mucho dolor. Pensaba cómo reaccionar y se me venían todas las películas a mi cabeza y empecé a recordar lo que me había dicho e inventado cada día, me acosté y traté de dormir.

Al otro día despertó y le dije todo, cosas horribles, me salí de mí, salió de mí la Carolina que he transformado por tanto tiempo y que no quisiera nunca ver salir.

Me sentí humillada, engañada, abusada, ofendida y dolida en lo más profundo de mi ser; sin embargo, yo estaba en ese viaje con toda su familia y eso era muy importante para mí.

Le dije que iba a terminar el viaje por ellos, porque no tenían la culpa de lo que él hacía.

El primer día se notaba que yo no quería ni verlo, el ambiente estuvo muy tenso; después hablamos y me juró que iría al psiquiatra y que haría lo que fuera por permanecer a mi lado. Estuvimos más calmados, yo empecé a sentirme más tranquila y estuve en mejor actitud. Si hay algo que he aprendido con los años, es a ser una mujer más reflexiva que reactiva, aunque sigo siendo humana.

¡Regresamos a casa y terminamos!

Aún así, hablamos y me pidió que lo dejara intentar hacer terapia. Le dije que fuera, pero no por mí; que lo hiciera por él.

Mientras tanto yo me dediqué a buscar información al respecto, leí sobre las nuevas adicciones a esas apps, las adicciones al sexo y la infidelidad. Como preámbulo debo reconocer que desde niña, mi mamá siempre me decía: “todos los hombres son iguales, los hombres son perros, quieren un ratico no más”. Por su parte, al parecer, mi papá le fue infiel varias veces y tuvo una amante por largo tiempo. Eso, más otras historias pasadas de su vida, la marcaron y me pasó sus miedos y creencias a mí.

Además, después de divorciarme, previa a esta historia que les estoy narrando, me metí en una relación con un hombre casado y empecé a confirmarme las creencias y los dichos de mi mamá: “todos los hombres son iguales, los hombres son perros, quieren un ratico no más, siempre serán infieles” y con esas creencias empecé a atraer todas estas historias a mi vida.

Después de haber vivido esa experiencia con el casado pensé: ¡es cierto! La infidelidad es una constante, nadie es fiel, la poligamia es la opción.

Lo hice de alguna manera, para ponerme paños de agua tibia y sentir que yo no estaba actuando tan mal metiéndome en esa relación en la que me metí.

Porque eso hacemos la mayoría de las veces, justificar erróneamente

nuestros actos, ¿o no?

Pues la vida me dio un regalo, me mandó esta experiencia de Tinder para demostrarme que efectivamente yo puedo pedir y desear estar al lado del hombre de mis sueños y lo que pida, como lo pida se me dará.

Y al validar en mi mente que la poligamia era el camino, que la infidelidad era normal y que nadie era fiel… ¡Tarán! Me mandó la prueba a ver si en realidad me gustaba, a ver si quería seguir confirmando esa creencia.

En todo caso, El Búho fue al psiquiatra, yo también hablé con el mío; los dos accedimos a intentarlo, porque saliéndonos de la moralidad, lo mejor que me podía pasar era que ya conocía su lado más oscuro y dispuesto y decidido a trabajarlo, posiblemente podría resultar una bonita historia.

Ambos lo “decidimos”, decidimos seguir, pero yo lo hice desde el PÁNICO, apostándole al amor. Él, nosé; pero sentí que definitivamente era lo que quería y yo me daba cuenta de que efectivamente él se había enamorado de mí.

Por esos días me llamó su expareja a confesarme que en los días en los que habíamos terminado, ella había estado con él e, incluso, esa semana después del viaje que hicimos en moto y que yo sentí que algo pasaba…

¿Les conté que después del viaje en moto habíamos regresado temprano a Bogotá por sus hijos? Pues en realidad había regresado para verse con otra de sus conquistas y esa semana había estado con ella en un hotel. Sin embargo, como ya lo había perdonado nuevamente y había decidido hacer borrón y cuenta nueva con nuestra terapia, decidí ignorar los hechos…

Efectivamente él tuvo un cambio abismal, ya no estaba conectado hasta tarde, se veía súper comprometido, ya no sentía las mentiras de antes; sin embargo, yo seguí desde el miedo y ese miedo, la falta de autoconfianza, querer a alguien sintiendo la necesidad de que no se vaya de tu lado, le quitan todo el poder de atracción a una persona en una relación.

Yo me quedé desde la necesidad…

Como si en el mundo no existieran 7.000 millones de personas y entre ellas, muchos hombres que pudieran amarme, y me moría de pánico pensar que se acabara o que volviera a hacerlo.

Con ese miedo permanecí, corté mi libertad y quise seguir revisando, y seguí en mi papel de víctima, como si no hubiera sido mi elección estar ahí y como si intentarlo, tuviera que ser un éxito definitivo, como si en la vida no hubieran siempre dos opciones: lo intentas y funciona o lo intentas y no funciona, ¡pero lo intentaste!

Pasamos Navidad y Año Nuevo juntos, yo sentía que por fin todo se iba ajustando, pero llegamos de nuestro paseo de año nuevo y él se iba de viaje y volví a sentir la misma angustia. No le creí y al regresar del viaje, me di cuenta de que tenía condones, para lo que sacó una excusa como las suyas y decidí volver a creer porque en el viaje había comprado todo para que practicáramos juntos el deporte que a mí me gusta.

Entonces nuevamente volví a pensar que era imposible que estuviera mintiendo, pero llegó el viernes de esa semana y no quedamos en nada, y llegó a mi casa a llevarme flores y a decirme que tenía que irse y que al otro día debía trabajar y muchas palabras que yo ya conocía…

Volví a sentir la mentira

Volví a sentir que estaba en lo mismo, que estaba en otro lugar, volví a ver en su cara la sonrisa engañando y supe que, o me salvaba yo, o me ahogaba con él y ese día le dije ¡no más! 

Mis palabras fueron: “Yo soy una creyente de los procesos, finalmente fui anoréxica y bulímica, ¡también fui una adicta! y sé que los procesos requieren tiempo, pero no puedo quedarme a ver cómo te rehabilitas, mientras yo literalmente me vuelvo mierda.

Decidí darme el mejor regalo: terminar sin odio, es más, continuar amándolo a pesar de saber que no podíamos estar juntos, de esa manera mi corazón sintió más paz.

Ya sé que no perdonamos a otros para liberarlos de nuestros sentimientos, perdonamos a otros para liberarnos a nosotros mismos de ellos.

Repensando la Infidelidad

De todo lo que había leído, investigado y conocido acerca del tema de la infidelidad, vi la conferencia TED de Esther Perel: “Repensando la Infidelidad” ¡Se las recomiendo!

Yo también había entendido que él no me estaba haciendo nada a mí, es decir, él estaba actuando desde sus vacíos emocionales, desde su necesidad de aprobación externa, que es lo que necesitamos cuando nosotros mismos no nos llenamos.

Hoy tengo claro que nadie le hace nada a nadie, todos actuamos pensando como protagonistas de nuestra propia historia y él simplemente era el protagonista de la suya, yo era una extra.

Esa es la vida que él necesita vivir, posiblemente para llenar tantos vacíos como a veces unos buscamos la comida, la droga, el alcohol, incluso el deporte. Él necesitaba el sexo.

Y era yo quien debía decidir ser la protagonista de mi película y si realmente no quería continuar haciendo parte de una historia con esas escenas, la decisión de acabar con ese guion era mía.

Lamento ante esto ver cómo hombres y mujeres malgastan la energía más poderosa que tenemos: la sexual, y tapan sus vacíos dejando entrar a su cuerpo a cualquiera, alimentando falsos egos, porque al final la misma foto o video y el mismo sexo que tienen contigo, lo tendrían con cualquiera.

Para mí hoy cuidar mi energía sexual y con quien compartirla es lo más importante, y desde mi perspectiva hoy, el reto no es acostarse con muchos ¡Eso lo logra cualquiera!

El reto es conquistar la misma persona todos los días; sin embargo, hay personas a las que precisamente no les gusta eso y se conforman con todo lo que sea fácil.

Soy un mujerón

Lo más importante es que aun viviendo esta experiencia, entendí que era una situación que se salía de mi control y me reconfirmé que soy un MUJERONÓN.

Precisamente por eso él intentó salir de su oscuridad y desde el dolor de su niño interior, aunque no lo logró y eso no es cuestión de lo que yo soy, es su situación por resolver.

Reconocer eso me confirmó la manera tan espectacular que he logrado trabajar en mi autoestima, porque generalmente las mujeres que nos involucramos en este tipo de situaciones, que incluyen infidelidad, solemos creer que algo pasa con nosotras, que no somos suficientes, que somos poco atractivas o que no podemos enamorar a un hombre.

También entendí que, si tengo la responsabilidad de haber pedido desde mis miedos, validando que la infidelidad y la poligamia eran normales y que yo podría asumirlas en mi vida, era yo misma engañándome y evitando trabajar en mis historias contadas de infancia.

Por otro lado, también comprendí que maldecirlo, insultarlo, hacer señalamientos como: “él me hizo daño, él me causó dolor, él es malo, él… etc.”, no me dejaba nada positivo.

Les aseguro que quien más dolor lleva en su corazón es él, y no actuó en mi contra, seguro está actuando incluso más en su propia contra.

Posiblemente su sabotaje es por no sentirse merecedor de amor, por tenerle miedo a amar, por tener pánico a que lo abandonen, muchas de esas carencias que traemos de infancia los seres humanos y que incluso pienso a veces que a los hombres les queda más difícil sanar y trabajar en ellos…

Desde pequeños les dicen “no llores porque eres un macho, ¿Eso te duele? ¡Que niña!” y se pasan la vida tratando de guardarse sus propias emociones y sentimientos para “no perder su hombría”, crecen y se convierten en hombres inmaduros que necesitan seguir actuando como niños para tener quien los proteja.

Así que decidí no sacrificarlo y no ser su juez, la vida misma se encarga, él fue mi maestro y yo espero haber sido de alguna manera maestra en su vida también.

Y por último decidí no sacrificar las apps, en las aplicaciones estamos personas, algunas historias se parecerán a esta y otras tendrán desenlaces más felices.

Está en uno dirigir lo que espera de estas aplicaciones y de las personas que conocemos ahí, elegir bien, ser concretas en lo que buscamos y tomar decisiones a tiempo. Eso no aplica solo para las relaciones de Tinder, aplica para la vida.

¡No te niegues las oportunidades!

Ya volví a las apps, perdoné toda esa información de mi pasado que me hace daño acerca de las relaciones, me confirmé que deseo estar en una relación, que me encanta estar en pareja, que no voy a sacrificar el amor por una experiencia y agradezco que él haya llegado y pasado por mi historia de vida, para mostrarme y confirmarme que yo quiero, deseo, elijo y decido estar en una relación monógama, donde nos respetemos y cumplamos a nuestros acuerdos y compromisos.

Hoy mi perfil de Tinder tiene este mensaje: “Me interesan hombres maduros y conversaciones serias. No me interesa sexo por una noche ni tus fotos íntimas. Si eso buscas ¡Paso!”

Posiblemente aparezcan más de lo que no quiero y si nuevamente debo experimentarlo con alguna persona que conozca en las aplicaciones o en la vida real, lo haré hasta conseguir la pareja que quiero, porque no pienso negarme a vivir las experiencias por protegerme de no volver a sufrir; al contrario, también confirmé que amar con miedo no tiene sentido, porque el miedo aparece por temor a perder a alguien que al final no te pertenece y que al sentir miedo, terminas perdiéndolo.

No puedo negarlo, sí dolió, sí lloré, sí me sentí perdida y entonces viví mi proceso, abracé mis emociones, pasé por mi duelo “me enamoré del proceso” y aquí voy de nuevo. ¡Lista para amar!

Porque el búho me enseñó un poquito más acerca del amor, el búho me enseñó a amar mejor


Y… ¿Cómo sobrevivir al mundo del Tinder?

En este episodio de nuestro podcast, la psicóloga y experta en relaciones, Sandra Ferrer, nos dice cómo y además, conversamos sobre experiencias y anécdotas con otras usuarias de Tinder.

¡Si no lo has visto, te encantará!

Photo by Alexander Sinn on Unsplash

 

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