Mamá, ¿Cómo están tus emociones?

Siempre comienzo diciendo esto: Darse tiempo para uno mismo no solamente significa ir a hacerse las uñas, arreglarse el pelo o que te hagan un masaje en el spa (el cual agradecería enormemente en este momento).

Darse tiempo y buscar espacios para ti misma va más allá. Es algo más profundo, porque implica escucharte, conocerte y mirar con atención qué te gusta y que no, cuáles son tus intereses, qué quieres, qué estás dispuesta a hacer, qué te duele, por qué te duele, qué necesitas, qué te permite recargar las baterías de una semana difícil, qué te pone de buen humor, qué quisieras cambiar o qué le conviene a tu salud, a tu imagen, a lo que eres y a tu esencia.

A veces, las mamás nos olvidamos un poco de eso.

Bloqueamos nuestros deseos para estar ahí para los demás y reprimimos nuestras necesidades porque nos sentimos culpables, juzgadas o no merecedoras de prestarnos atención. Sentimos que les debemos todo a nuestros hijos, a nuestra pareja y a nuestra familia; pero no nos damos nada a nosotras.

Con el tiempo, el cuerpo, las emociones y la vida misma, se encargan de recordárnoslo y de sacar a flote un montón de vacíos que se han ido formando, muchas veces, por nuestras imposibilidades, ideas preconcebidas o terquedades.

No ha sido fácil para mí llegar a esta conclusión, creer en esta filosofía y practicarla. Una amiga mía dice que hay que hacer refrescamiento una vez a la semana para no perder el foco.

Por que nos han enseñado que el sacrificio, la abnegación y la negación de nuestra propia existencia, son pruebas de nuestro buen desempeño como mamás; pero para mí, que he sentido las culpas y las confusiones más profundas de la vida, entender que eres un ser humano, que te cansas, te fatigas, te aburres y te saturas, es uno de los primeros pasos para mirar la vida como algo más normal y sencillo; es uno de los primeros pasos para liberarnos de culpas inútiles, vincular a nuestros maridos en este proyecto conjunto de la paternidad y comenzar a soltar ¡sí! soltar el control, la necesidad de perfección y el deseo de ser alguien más, menos tú.

Es el primer paso para entender que nuestros hijos necesitan amor del bueno, atención, tiempos de calidad, ser escuchados y atendidos con afecto; pero que nada de eso se puede lograr desde una mamá angustiada, cansada, saturada, confundida y con culpa.

Por eso, he recogido de varios libros y artículos, algunos consejos y ejercicios que me han servido (y me siguen sirviendo) para tomarme tiempo de calidad para mí:

TE PROPONGO QUE TE MIRES EN EL ESPEJO: ¿QUÉ VES?

¿TE GUSTA LO QUE VES?

¿TE GUSTA LO QUE REFLEJA TU MIRADA?

¿CUÁL ES LA PARTE DE TU CUERPO QUE MÁS TE GUSTA?

Foto: Bekah Russom en Unsplash

HAGAMOS OTRA COSA…

¿Te has preguntado “Qué es para ti la maternidad”?

Dentro de esa pregunta, piensa en:

  • Las ideas preconcebidas que tienes de la maternidad y los “debería” (los que te vuelven, muchas veces, rígida, controladora, con la sensación de ser imprescindible o estar equivocada, ansiosa, caótica y sobre todo CULPABLE).
  • También piensa en el papá de tus hijos. ¿Qué significa él para ti? ¿Recuerdas que un día estuvieron enamorados, iban al cine, comían juntos, conversaban y se reían? ¿Qué esperas de él? ¿Se lo has dicho? ¿Te da rabia que no “te ayude”? ¿Y lo dejas? ¿Realmente permites que sea co-rresponsable en la crianza de tus hijos? ¿Lo tratas como un esposo o para ti es un hijo más? ¿Lo ves como un extraño? ¿Te quejas de él constantemente? ¿Realmente estás contenta a su lado?

Y UNA ÚLTIMA COSA…

¿Cómo manejas tu tiempo? ¿Cómo eres tomando decisiones? ¿Te interesa tener un mundo propio más allá de la maternidad? ¿Hay algún deseo escondido por ahí que te está haciendo ruido (pero que no le dices a nadie)?

Y ¿POR QUÉ TE DIGO TODO ESTO?

Porque en este camino de mamá, he comprendido que mi pretensión de dejarme a un lado en nombre de mi hija, solo hace que no sepa cuidarla, quererla genuinamente, tratarla con tranquilidad y disfrutarme esto tan maravilloso.

¿Por qué?

Porque la cuido desde la culpa, estoy con ella desde el compromiso y me quedo en casa desde la frustración ¿Y qué termina sucediendo? Me vuelvo un ser caótico e intranquilo, que se angustia porque las cosas “no salen”, que se enfrenta a los imprevistos con rabia, que siente rabia con la vida, que está muerta de miedo, que piensa en el qué dirán y que responsabiliza a los hijos o al marido por “esta vida que le ha tocado vivir”.

Y sí, sé que me vas a decir que no tienes con quién dejar al niño, que te toca trabajar todo el día y que no tienes ni un segundo para pensar en ti. Pero te juro que, mientras él duerme, tú podrías tomarte 5 minutos para respirar profundo, conectarte contigo, ver qué necesitas, cómo te sientes y cómo se recarga la batería para el día siguiente

¡Es que si no lo haces, te quemas!

ASÍ QUE… LO ÚNICO QUE TE PIDO ES MIRAR SI ESA CULPA QUE SIENTES TE SIRVE PARA ALGO, Y RECORDAR TODO LO QUE HICISTE POR TU FAMILIA HOY ¡TODO!

(Luego piensa en lo que hiciste por ti). Si no hiciste nada y te sientes bien así ¡Bravo! ¡Se vale! Pero si no te sientes tan bien, es hora de volver a leer este post, respirar profundo tres veces, cerrar los ojos, darle permiso a lo que sientes y ¡Resolverlo!

Estoy segura de que haces más de lo que piensas. También estoy segura de que tienes mucho potencial y muchas ganas de hacer cosas ¿Por qué no hacerlas? ¿Por qué no empezar poco a poco? ¡Eso sí! No te llenes de cosas, con el paso del tiempo he comprobado que no todo se puede, que hay cosas que debemos soltar.

Porque en esta vida de mamás, más que hacer sacrificios o renunciar, lo que hay que hacer es entender hasta dónde podemos llegar y trabajar por eso, con consciencia, sin recargarnos, sin darnos látigo y sobre todo, siendo lo que podemos ser.

¡Así que no te compares! Porque tú no eres la mamá de la red social, ni tu amiga, ni tu mamá ¡Tú eres tú! Valdría la pena descubrir cómo eres tú como mamá.

Y si los demás opinan o no están de acuerdo contigo, pues también valdría la pena mirar cuánto te afecta eso, cuánto complaces al resto del mundo y cuánto buscas aprobación de los demás…

ASÍ QUE…

Organízate mejor
Descansa (Sí, del verbo descansar)
SUELTA EL CONTROL
Confía un poco más en otros
Involucra al papá
Mira el lado positivo de las cosas (Algo bueno tiene que tener)
Date permisos
Date gustos
Permítete sentir (Aunque lo que sientas sea malo)
¡No generalices! No pienses solamente en el detalle, piensa en el conjunto para que veas que hay matices
Las opiniones de los demás, muchas veces están de más
Sé flexible
Escúchate (que tú también existes)
No te latigues (Deja de pensar que todo lo que haces y dejas de hacer, le causará un trauma a tu hijo)
Piensa en lo que SÍ haces
Descansa (Ya lo dije ¿No?)
No te llenes de tareas que no vas a poder cumplir (ve por partes)
Ten en cuenta que tu día va a estar lleno de vías alternas o imprevistos inesperados
Estás haciendo lo mejor que puedes
Tu hijo te adora (y tú lo sabes)
Disfruta los momentos sin tus hijos (te lo agradecerán)
¡Llama a tus amigas! No sabes lo bien que hace una buena amiga
Pide ayuda y acepta ayuda
¡No te compares! Por más que lo intentes, no puedes renunciar a lo que eres tú.

Porque no es malo sentir paz (paz mental sobre todo), porque la meta es sentir tranquilidad, porque una mamá angustiada, brava o molesta no le aporta nada a nadie.

Porque tú también eres importante ¿Por qué piensas que no?

PORQUE PARA CUIDAR A TUS HIJOS, TIENES QUE CUIDARTE TÚ (SI NO, NO ESTÁS HACIENDO NADA).

Este artículo está dedicado a mis amigas Maru, Bea, Caro, Jenny y a todas las mamás que merecen sentirse bien (porque lo están haciendo maravillosamente).

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