Después de escribir el artículo “El abuso espiritual: un agresor sumamente silencioso”, me preparé para recibir piedras e insultos porque sabía que era un tema delicado que podía herir susceptibilidades.
Sin embargo, para mi sorpresa, no recibí ni piedras ni insultos, pero sí muchos mensajes de personas que han pasado por cosas parecidas y mucho peores de las que yo pasé.
Desde que publiqué el artículo hace dos años, todas las semanas alguien me escribe haciendo referencia a este tema y contándome su caso.
Después de conocer sus historias, hablar de sus heridas, rabias, dolores y traumas, pude darme cuenta de que el abuso espiritual no se produce solamente en la iglesia a la que pertenecí, sino que se da fácilmente en cualquier sitio de culto religioso, donde exista un líder espiritual que desvirtúa su misión y se siente con autoridad y poder sobre sus seguidores.
Lo triste de todos estos casos, es que no pasa nada.
Solo en uno de los casos de abuso espiritual (que conozco) y en el que hubo abuso sexual, se pudieron hacer demandas formales y en este momento, hay un proceso en curso, pero el líder de esa organzación sigue suelto y la iglesia continua funcionando con normalidad.
Porque no hay leyes, porque es un tema al que no se le da la importancia que merece y porque generalmente, el daño es “intangible”, aunque inmenso y, en muchos casos, irreparable.
Muchas de las personas que forman parte de estos cultos, entregaron sus vidas a esas comunidades religiosas y cuando han decidido dejar de participar en ellas, no saben quiénes son, en qué creen o cómo enfrentar la vida sin el control de sus líderes, porque han sido tan manipuladas y anuladas en nombre de un Dios (sea el que sea), que están perdidas, sin rumbo, teniendo que recomenzar su vida sintiéndose fracasadas, heridas, desprotegidas y con miedo.
Lo comparo con una relación de pareja donde existe un maltratador. Hasta que la víctima no salga de las garras de su figura de poder, no podrá ver claramente cómo fue sometida, porque siente que todo lo que hace o pasa en la relación es o fue por amor.
¿Quién repara a esas víctimas?, nadie
Al salir de la iglesia/comunidad, la persona no sabe el daño al cual fue somentida.
Hay tanta manipulación e idolatría por un líder, que muchos terminan haciendo cosas que jamás imaginarían que harían, como por ejemplo, excluirse de la sociedad, renunciar a su profesión o a sus sueños por seguir el “llamado de Dios”, trabajar (gratis) dentro de la comunidad, romper lazos familiares o afectivos por solicitud de los líderes, renunciar a quienes son por “agradar” y “obedecer” a un dios, dándole el poder a otros para que sean ellos quienes tomen las decisiones trascendentales. En los casos más extremos, acceder a encuentros de índole sexual por solicitud de un líder.
Las víctimas, al ser conscientes de que fueron abusadas, sienten vergüenza y, en muchos casos, prefieren quedarse calladas para no recibir el juicio externo y porque además, se sienten culpables.
El abuso de poder
El abuso de poder sucede cuando una persona se aprovecha de otra porque esta última se encuentra en una situación de subordinación. Generalmente, escuchamos hablar de abuso de poder en el ámbito laboral y político, sin embargo, en muchos cultos la situación no es diferente: hay un líder que tiene la autoridad sobre el grupo y, desde este lugar, puede manipular, controlar y abusar.
Los que desvirtúan su rol y cometen actos de abuso de poder, se aprovechan de que el fiel quiere pertenecer a la iglesia, agradar a Dios o ser un “buen hijo”, y esto le da mucho poder para controlar su vida y voluntad.
El abuso de poder daña psicológica y emocionalmente a las personas, trae frustración, humillación, sufrimiento, baja autoestima, depresión, dolor y ansiedad; puede llevar años sanar y, si no se trata oportunamente, las víctimas pueden quedar marcadas de por vida.
Sin embargo, la mayoría no sabe que necesita ayuda o que con ayuda puede sanar estas marcas, lo que pasa es que en algunos de los casos, muchas de estas personas no pueden hacer un tratamiento psicológico, por el difícil acceso a este y los altos costos que suele tener.
Uno de los denominadores comunes de todas las personas con las que hablé era dolor, rabia, miedo, culpa, depresión y ansiedad.
Muchos se alejaron de sus familias por exigencia de sus líderes religiosos o por las grandes diferencias de creencias que se generaron entre sus miembros. Entonces, al salir, no tienen una red de apoyo a la cual acudir.
En estos casos, considero que hay tres grupos de personas:
- Los que, aún con miedo y perdidos, tuvieron la valentía de salir de la iglesia. Algunos reiniciaron sus vidas, pero otros siguen luchando con las secuelas de esos abusos. De las personas con las que hablé, muchos sufren de ansiedad, depresión, estrés postraumático, miedo constante de que algo les pueda pasar porque mantienen en sus cabezas la creencia de que el mundo es un lugar inseguro y dificultad para integrarse a la sociedad y a una vida “normal”.
- Los que no han podido salir porque parte de sus familias o seres queridos siguen en la comunidad/iglesia.
- Los que por miedo a las consecuencias que salirse puede traer en sus vidas, permanecen allí. En muchas de las congregaciones/iglesias/comunidades, les dicen a sus seguidores que, si salen de la iglesia, perderán la protección de Dios, habrá muerte espiritual, se saldrán del propósito al cual fueron llamados (servir a Dios), estarán en pecado y no podrán ir al cielo y vendrá la ruina financiera, la enfermedad o una crisis.
Para estas personas hoy quiero dar unos “primeros auxilios” que pueden ayudarles a saber cómo salir o manejar esta situación.
Estos consejos los escribo, basados en lo que viví, en las historias que conocí, en mis conocimientos de terapia Gestalt y en conversaciones con amigos psicólogos y terapeutas:
- Debes saber que si has sido o estás siendo víctima de abuso espiritual, puedes desarrollar traumas. Por tal motivo, es posible que tengas insomnio, irritabilidad, miedo, ansiedad, confusión, sensasión de culpa, tristeza y depresión, entre otras. Nada de esto es castigo de Dios y es natural sentir esto cuando has sido vícitma de abusos.
- Permítete sentir todas las emociones. Esto es como un duelo, vas a pasar por diferentes estados emocionales que son normales y debes transitarlos para hacer un proceso saludable (hablé sobre las etapas del duelo aquí: https://asuntosdemujeres.com/aceptar-el-diagnostico-de-mi-hija/ )
- Si está en la medida de tus posibilidades, busca ayuda profesional (psicólogo, terapeuta, psiquiatra), porque este te ayudará a manejar mejor tus emociones. En algunas iglesias, estados emocionales como la ansiedad, el miedo o la tristeza son tachados de “falta de fe” o de “no estar de la mano de Dios”. No es así. Todos transitamos diferentes estados emocionales y son completamente normales.
- No es necesario que hables con los líderes espirituales. Cada caso es único. Sí ya eres consciente del abuso y no te sientes bien en ese lugar, vete. No es necesario comunicárselo a nadie. En los casos que conocí y en mi experiencia, al manifestar a los líderes el deseo de salir de la comunidad, terminamos con más miedo, angustia, depresión y ansiedad. En mí caso, como lo conté en la primera parte de este artículo, al hablar con el pastor lo que recibí fueron palabras negativas, maldiciones y declaraciones de un futuro aterrador. Por algún tiempo me sentí con miedo de que algo malo me iba a pasar; triste, desprotegida y dudando de mi decisión.
- Si sales de la iglesia/comunidad debes tener claro que van a hablar mal de ti. Evita ponerte en contacto con personas de la comunidad porque la mayoría no entiende por qué te vas, y saber lo que están hablando de ti o que te acusen, va a hacer daño a tu salud mental y emocional.
- Si tienes familiares o amigos muy cercanos en la comunidad, habla con ellos, cuéntales tu decisión respetando también la decisión de ellos de seguir ahí y siendo consciente de que posiblemente algunos se alejarán de ti.
- No tengas miedo, nada te va pasar. El 100% de los casos que conocí tenían miedo de las consecuencias o el castigo de Dios. Nada va a pasar. Bueno, lo que sí va a pasar es que con el tiempo vas a estar bien, vas a sanar y vas a poder rehacer tu vida de acuerdo con lo que tú quieres y no con lo que otros quieren para ti.
- Cuida tu salud emocional y mental. Ve a terapia, busca grupos/redes de apoyo, haz ejercicio, aliméntate bien; este es un proceso que lleva tiempo. Sanarse de las marcas de abuso no es algo que pasa de la noche a la mañana, así que mi invitación es a que seas muy compasivx contigo mismx y te des el tiempo de sanar. No puedes cambiar el pasado, pero sí puedes hacerte cargo de tu presente para no caer de nuevo en este tipo de abusos.
El abuso espiritual en la televisión
Actualmente hay documentales en Netflix que tocan este tema: Wild Wild Country que cuenta la historia de la secta cuyo líder espiritual era Osho.
“Sé dócil: reza y obedece” es un documental aterrador que cuenta cómo funcionaba la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, bajo el mandato de su líder, Warren Jeffs.
En estos documentales se puede ver cómo funcionan estos grupos religiosos. Estos son casos extremos, sin embargo, porque en las otras iglesias el abuso sea sutil, no quiere decir que este no haga daño o que no exista. Todxs son víctimas de abuso.
Esto ha pasado siempre, sigue pasando y mi deseo es aportar un granito de arena para que este tema cada día se haga más visible y ojalá cada vez sean menos las víctimas de abuso espiritual.
Aprovecho para agradecer a cada una de las personas que me escribió y confió en mí para contarme su historia.
Les dejo lo que escribió Deborah Layton, sobreviviente de Jonestown, el mayor suicidio colectivo de la historia liderado por el pastor evangélico, Jim Jones, quien fundó la comunidad religiosa “El Templo del pueblo”:
“Cuando se prohíben nuestros propios pensamientos, cuando no se permiten nuestras preguntas y se castigan nuestras dudas, cuando se censuran los contactos y las amistades fuera de la organización, se está abusando de nosotros por un fin que nunca justifica sus medios. Cuando nos duele el corazón al saber que hemos hecho amistades y vínculos secretos que serán prohibidos para siempre si nos vamos, estamos en peligro. Cuando consideramos la posibilidad de quedarnos en un grupo porque no podemos soportar la pérdida, la decepción y el dolor que nuestra salida nos causará a nosotros mismos y a los que hemos llegado a amar, estamos en una secta” (Seductive Poison. New York: Anchor Books, 1998, página 299).
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