Yo no tengo problemas de amor propio, ¡créanme!

Yo no tengo problemas de amor propio, ¡créanme!

Aitana del Brío nos sorprende nuevamente con una confesión: Ella no tiene problemas de amor propio. En este texto tan sincero te explica las razones ¡Pasa adelante!


Casi a diario veo en las redes sociales muchas publicaciones con mensajes y títulos de talleres y conferencias como: “El reto de quererte”, “Ámate”, “Vibra con tu amor propio”, “Soy mi prioridad” o “Reconcíliate contigo”.

Confieso que cuando los veo se me enciende una risita de niña mala, como burlona.

Ya sé que eso está muy mal. Entonces analizo mi reacción y me digo: “el hecho de que tú creas que no lo necesites, no quiere decir que no haya que dar estos mensajes. Hay mucha gente que no se quiere lo suficiente y aún no lo sabe. Le hace falta verlo y trabajarlo”.


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Entonces la muchachita malévola deja de mofarse de estos posts y se pone seria y pensativa.

Siempre he sido muy segura de mí misma, me encanta mi cuerpo, mi forma de ser, de estar y de querer. Claro que tengo autocrítica y no soy una narcisista, pero en general estoy encantada de reconocer mi amor propio.

De toda la vida me hablo frente al espejo por las mañanas con monólogos como: “hola guapa. ¿Qué tal andas? ¡Qué bellos tus dientes! (cuatro años de ortodoncia). Tremendas caderas. Vamos a por todas. Vamos a triunfar”.

Incluso cuando tengo la regla o me veo horrenda, me digo cosas lindas.

Me caigo muy bien de toda la vida

Disfruto estar sola para leer o escribir. Esto lo hago desde que tengo uso de razón. Entiendo que dé risa y que te preguntes de dónde he salido yo con esas manías, pero así soy y me preguntó por qué.  ¿De dónde me nació este océano de autoestima?

Busco la respuesta en mis orígenes. Mi madre es muy exigente y crítica con sus hijos. Es cariñosa, pero a la vez es incapaz de expresar un piropo a sus vástagos a menos de que se vea muy forzada a hacerlo.

Por ejemplo, mi hermana es cantante y actriz. Hemos estado con cinco mil personas en un teatro con el público entregado aplaudiendo sus interpretaciones, y mi mamá solo dice: “no estuvo mal”.

Yo misma me he ganado premios por mi trabajo. Entonces, ella asiste a la ceremonia de entrega y la gente cuando la felicita y le dice lo increíble y profesional que soy, ella solo suelta la siguiente perla: “¿tú crees?”.

Cuando se lo hemos reclamado, ya de mayores, ella solo dice que los halagos los den los demás, que se ve terrible una madre diciendo todo el tiempo que sus hijos son una maravilla.

Nosotros ya nos reímos y burlamos de su rigidez, porque ella no se da cuenta de lo flojo de ese argumento y porque la pobre mujer lo ha hecho lo mejor que ha podido con las herramientas que ha tenido a mano.

Hablando con mis hermanas de este tema, nos hemos dado cuenta de que nos queremos tanto a nosotras mismas como una estrategia de defensa propia.

Ante una madre tan rígida, tuvimos un padre amoroso

Él nos celebraba cada logro, las buenas calificaciones, las hazañas deportivas, artísticas, intelectuales y de toda índole. Nos elogiaba los vestidos, las uñas y hasta los novios. Creemos que este contraste nos hizo las tipas seguras que somos.

En estos días le reñía a mi madre por ser tan pesada hablando con la gente sobre su peso o el estado de su pelo. Ella sonrió y me dijo: “Es que a mí me encanta cómo soy. No tengo problemas en hablar de lo que sea con quien yo quiera”.

Entonces vi la luz y entendí que, a pesar de lo ruda, ella siempre se ha querido y eso lo aprendí también con ella, viéndola amarse.

Photo by Caroline Veronez on Unsplash

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